Esa presencia ausente, silenciosa,
sin ocupar espacio,
haciendo de cada aparición
una estela de luz,
ese decir sin decir nada
tal vez pidiendo a gritos
o permitiendo la visibilidad del vacío,
esa mirada baja tras esta ventana abierta
que no permite indiscreciones,
ese perderse en humo
esquivando palabras
¿o puñales sonoros?
O misterios,
tal vez deseos ocultos
bajo el velo hecho de cabellera,
de pensamientos,
esa respuesta cómo el vuelo del colibrí.
Tienen el aroma de la entrega
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