comiendo
de mi carne al compás de la lluvia,
mojando
el bordes de mis deseos
con la
pasión que brota
de tu
cuerpo,
envenenando
pócimas ocultas
donde
tú sólo sabes.
No me
muerdas la boca
ni te
quedes mi lengua en la garganta,
mientras
descubro las mieles
que
emanan de todos tus sentidos,
no
dejes tu corazón en mis labios
que ya
tiene bastante mi cerebro.