bendita la
luz que te envuelve
como una
nube de redención
para soltar
las amarras de mis miedos,
tu abriste
mi encierro, liberaste mi alma,
te amé en
silencio y a gritos,
como quien
comienza una travesía
en mares
apacibles
con la luz
de tus ojos por destino,
eres mi faro
en noches de insomnio,
mí sol en
días rizados por cúmulos grises,
eres mi
destino final,
la que
aguarda erguida,
mientras yo
soplo mi brisa borrascosa,
para
perpetuarnos en el tiempo
disfrutando
la paz de un trozo de mundo
en el que no
florezcan las tormentas.