bien me advirtió tu llegada,
con corona de laureles
y claveles en el alma.
Si a pesar de la corona,
los laureles, su llegada,
no quiere tocar al fondo
de esta, mi alma enlutada,
perdiéndose entre las nubes,
de horas desperdiciadas,
renunciando a los placeres
del amor y sus bonanzas,
dejándome su corona
puesta allí, sobre mí llaga.
y hoy de nuevo le pregunto:
¿Cuándo me traerás su alma?
Quiero me lo traigas todo
Y si no, no me des nada.