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lunes, 11 de agosto de 2014

Libre





Nunca sabemos cuál será la última tarde.
el último café, la última atadura,
nunca podemos imaginar ese lazo que se suelta
y deja el cabo colgando hasta la eternidad,
quedando allí olvidado, perdiendo el camino
que le guio tantas veces hasta que la piel se dolía,
no somos capaces de predecir
donde caerá el látigo por última vez
ni cuando los ojos verán el corazón antes que el rostro,
a veces queremos adivinarnos
pero quedamos ciegos ante huellas vitales
que no dejan huellas en la piel
y cambian el sabor del  café
que no llegamos a beber
aún cuando no sabemos que no habrá otros
y un día despertamos a la oscuridad del amanecer
y ayer fue la última tarde
y mañana el primer día sin después
y un cabo anda suelto en el corazón.

A la espera




Te prefiero en medio de mi poesía más rebelde,
te prefiero saludando al fuego
que desatan las noches de  desnudos,
labios cantando las ansias del cuerpo,
al centro de los besos sin camino,
de las caricias desordenadas
tanto como los cabellos
y se revuelven mis emociones
al norte y sur de mi sexo
atormentado por tu presencia.

Por ello trazaré el camino
hasta donde mis ganas
destilan su esencia por las tuyas
abonando noches del mañana un día antes
y tu vendrás tras la huella lujuriosa
que irán trazando mis dedos
sobre tu piel imaginada,
yo te esperaré en el recodo donde mi sexo
late apasionadamente por el tuyo,
mientras tus manos se humedecen
en algún oscuro rincón
junto a una página de mi vida.