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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Canción Antigua

Cuando los años pasen
tal vez no estés conmigo
y te recuerde entones
desde mi soledad,
pero tendrás presente
que siempre te he querido
y como te he amado
nadie lo hará jamás.

Y si al llegar la noche,
se me acerca una estrella,
veré en su luz tus ojos,
tu amor en su fulgor,
el sol de la mañana
parecerá tu pelo
y me volveré loca
llorando por tu amor.

¿Y si muero? ¡Qué pena!
Dirán los que se quedan,
sin embargo no saben
cuanta felicidad,
será esa mi bonanza,
la paz, en mi condena,
viajaré por el mundo,
te amaré más y más.

Te amaré muy de cerca
me enredaré en tu pelo,
beberé de tus labios,
dormiré junto a ti,
espíritu viajero,
luz en noche de sombra,
cuerpo que se desliza,
sin hacerse sentir.

Si no muero la angustia,
me hará entonces su presa,
pensaré a cada instante,
en lo que fue tu amor,
me apagaré en silencio,
luciérnaga viajera,
volaré triste y sola
llevando mi dolor.

Ojala que los años
no pasen por mi vida
que tú nunca te escapes,
que me dejes tu amor.
Ojala que esta lágrima
mañana esté perdida,
cuando dejes tú frente,
junto a  mi corazón.

Buesa nuestro complice.

“Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.”
Y el amor que es valiente y se sube a la cumbre
busca y busca las fuerza, siempre enciende la lumbre,
se enfrenta a los gigantes que ensombrecen las noches,
a sus miedos ocultos, a dudas o reproches.

Pero el amor cobarde se esconde en los rincones
más profundos del alma y entona sus canciones,
que le ahogan la pena o le cubren del viento
que guardan muy oculto todo su sentimiento.

Y a pesar de los miedos y a pesar de las fuerzas
el amor sigue vivo porque ya abrió las puertas
y ni un poder oculto, ni concilios mal sanos
matarán al amor que crece entre las manos,
manos que le acarician y le cuidan con celo
que lo mantienen vivo en noches de desvelo,
las mismas que una tarde se darán con firmeza
o las que puedan darse sin dejar la tibieza.
Porque uno más es valiente y el otro más cobarde
“pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde”.