bien me
advirtió tu llegada,
con corona
de laureles
y claveles
en el alma.
¿Y yo
pregunto? ¡Dios mío!
¿Por qué desatas
mis ansias?
Si a pesar
de la corona,
los
claveles, su llegada,
no quiere
tocar al fondo
de esta, mi
alma enlutada,
perdiéndose
entre las nubes,
de horas
desperdiciadas,
renunciando
a los placeres
del amor y
sus bonanzas,
dejándome su
corona
puesta allí,
sobre mi llaga.
Dios me dijo
que vendrías,
mas no
cuando te marchabas
y hoy de
nuevo le pregunto
¿Cuándo me
traerás su alma?
Quiero me lo
traigas todo
y si no, no
me des nada.