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jueves, 24 de julio de 2014

Preludio



Te esperé en la invisibilidad de la tarde,
supe que vendrías,
acaricié tu recuerdo detalladamente
empecé por los cabellos, mis manos los acariciaron,
enredaron,  tensaron, anudaron,
y finalmente los empuñaron en la nuca
cual jinete la cola de su nueva cabalgadura,
giré tú cara hasta la mía, hundí mis ojos en tu mirada
los cerraste, los besé, mordí los labios, el cuello
atrapé entre mis dientes  los pezones,
tu pecho todo, arrancando cuanto me impedía
saborear la carne ardiente,
bajé con mis labios  por la espalda cuello abajo,
espina dorsal dibujada a golpe de lengua
hasta las nalgas,
abriste las piernas paso a paso
y cuando te dejé caer sobre el sofá
tus muslos cual alas de mariposa en vuelo
mostrando sus entrañas
se abrieron sin pudor
y volví a mordisquear a lamer, poco a poco
lentamente, llegando  donde sé que deseas,
cierras suavemente los muslos y me atrapas,
allí donde tu esencia me regala su aroma,
allí donde me llenaré de ti cuando estés.