En
esta habitación,
donde
respiro y sueño,
donde
los trozos de recuerdos
llegan
desde cada rincón,
de
cada cuadro,
y se
recrean en el vacío de las horas,
esas
en las que me ocupo de la nada
e
intento apresar la fugaz presencia de la vida.
Es
él,
dueño
y señor de las palabras atrapadas
en
los muros vitales de mi humanidad.
En
este espacio surcado por la luz
por
las párticulas de no se qué,
que
flotan
y se
dezplazan
sin
prisa, sin destino,
acompañando
el haz luminoso.
En
este silencio del descanso
aún
te pienso, aún te sueño.