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sábado, 7 de junio de 2014

Equívoco



Parecía ser
la sumisa perfecta,
no hubo reparos en el sexo,
mis uñas se clavaron en su espalda
la recorrieron de punta a punta, mientras
su cuerpo se retorcía de placer,
pero mantuve la prudencia,
nada se había pactado,
nada se habló antes de aquel momento,
era una más, un amor de una tarde,
aún así,
creí haber encontrado
la sumisa perfecta
y no pude contenerme
mis dedos se aferraron a sus pezones
tirando sin control,
su excitación crecía cada vez más
hice bridas con su pelo
y la cabalgué cual potra desbocada.
Pasaron días, noches,
el dolor y el placer fueron creciendo
sobre aquel cuadrilátero,
más la realidad se impuso
en el día a día,
su transformación
se manifestaba en cada acto,
ya no se sometía, quería someter,
ya no obedecía,
quería ser obedecida
y la perfección
dejó un espacio desierto
por el que se fueron los deseos.