seduciendo mis ojos que no ven más allá de tú piel,
mis manos
como palomas mensajeras del deseo
vuelan tus
glúteos expuestos a mi codicia
tus poros,
exhalan el aroma del sexo
y hacen que
mi boca sé llene de líquido lascivo
que se
desborda y corre por tú espalda
en busca de
rincones más oscuros
donde el
calor le cubra.
He dejado de
verte porque la avidez
por tus
formas nubla mi mirada,
porque tú
dorada piel
invita a
saciar mis apetitos,
porque tus
formas perfectas
incitan mis
labios
a modelar la
arcilla que te forma
para
impaciente pasear mis ganas
por cada
rincón de tu efigie
disfrutando
olores y texturas.
Hasta que el
silbido de la fusta
te hace
gritar de dolor y placer,
hasta que el
cansancio nos venza
hasta que
el sol nos despierte del sueño