Nuestra
ventana no tiene bisagras ni cerrojos,
sólo luz,
Nuestros
encuentros no tienen un lugar establecido,
sólo el
aire,
Nuestros
besos no tienen el aroma de las pieles,
son sonidos,
Nuestro
sexo, más allá de la carne necesita de horas,
sólo tiene
segundos.
Nuestros
abrazos breves desafían el tiempo y la distancia
quedándose
la luz, el aire, los sonidos
eternizando
momentos, mientras la ventana nos ilumina.
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