la carne seca
sobre la carne fresca
recordando heridas de ayer
para curarlas.
Dejando huellas que limpian,
purifican los deseos,
haciendo de cada movimiento
un nuevo camino
sobre el que surcarán
besos y caricias.
Entre el crepúsculo y la aurora,
cual marino,
me recreo en la red que te envuelve
y cierro nuevos nudos
que perpetúen el instante,
para, paso a paso,
apresar entre pinzas tus pezones
o los labios abiertos entre tus piernas,
expectantes a un nuevo roce
dejando correr sus ambrosías
río abajo
y desatando la lujuria de los míos.
Y el astro rey avisa su llegada
cuando cabalgo tu boca
camino al Arco Iris.
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