El
silencioso ruido de la noche
anunció
tu llegada,
el
espacio se llenó de imágenes
en las
que tus ojos
me
besaron el sueño
y tus
brazos rodearon mi emoción
ante la
visión de tan impactante belleza
desafiando
el equilibrio de mis sentidos.
No
quise desnudar la fuente
que
desata mi ardor,
no
quise imaginar un beso,
no
quise escribir un poema.
Al
terminar la noche
el
amanecer te muestra luminosa
como
una cabellera de lluvia,
como la
caricia de la brisa marina
y mi
cuerpo
espera
despiertes mis instintos,
lo más
lúbrico e incontenible,
para
que broten de mi mil poesías.
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