la febril pesadilla de tu cuerpo,
la sangre bulle e imagino tus senos
exaltados bajo la piel,
porque unos pezones bailan
al calor de mis labios,
ellos, sedientos,
beben en cada palmo de ti,
adornan el ombligo con besos sediciosos
y se van a tus pies
para en frenético desorden
recorrer las piernas cual porcelana
recién salida del torno,
dibujadas tantas veces en mis sueños.
El huracán se instala bajo mi cintura
porque he llegado al punto donde
una palpitante rosa
invita a saciar la sed,
en sus gotas de rocío nocturno,
bebo, paseo mis labios entre sus tiernos pétalos
a punto de descargar su esencia misma,
busco el abrazo, el contacto del cuerpo
y cabalgo sobre el
asida a las bridas de tu pelo en loco frenesí,
sin aire apenas,
hasta que un estallido de colores dispersos
hace explosionar nuestros sexos.
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